"Live Aid", El Engaño Histórico que hoy Vale Millones
Aunque en 1985, en el desarrollo del activismo humanitario del músico de Rock Bob Geldof para obtener recursos a favor de Etiopía y Somalia, hubo una notable publicidad resaltando una “Gran Fraternidad” por parte de músicos famosos de Rock a través de un par de conciertos históricos, la realidad que rodeó al evento mencionado fue bastante diferente a la que hoy se conoce sobre el tema. Por un lado está la bastante cuestionable idea de un Bob Geldof abrazado ante la prensa internacional con el Dictador de Etiopía en ese entonces, Mengistu Haile Mariam y lo que política y administrativamente sucedió después, que fue el desvío de casi la mitad de los fondos a los corruptos bolsillos de Mengistu y su equipo, además de que lo que se dio en alimentos se echó a perder precisamente porque el dinero para movilizar la ayuda no llegó a su destino. Por el otro lado está el otro gran fraude mediático, tal vez involuntario, de un Bob Geldof que enfrentaba la posible ruptura de la banda a la que había pertenecido por diez años para ese entonces, The Boomtwon Rats y tenía una peculiar debilidad por hacerse notar “Ayudando” a otros y, hasta entonces, poco había logrado aparte de su intento previo de haber sido la voz del movimiento sindical de músicos que se quejaban por la falta de oportunidades en su natal Irlanda.
El punto objetivo del asunto es la parte en la que, por el concierto “Live Aid”, el Rock como música obtuvo un “Día Mundial” a su favor, Julio 13 (vaya número!), y trajo al frente idílicas historias sobre la gran bondad de los demasiados artistas que participaron en el negocio, todos ellos atraídos por la resonancia de muchos satélites transmitiendo a nivel mundial un concierto en dos sedes simultáneas (Filadelfia y Londres) con lo mejor de lo mejor de la música Rock. La lista era extensa y destacaban nombres de los años sesenta recuperando sus fueros al alimón de noveles figuras tan plásticas como la definición misma de los años ochenta. En una manera resumida de decirlo, las luminarias participaron por dos obvias razones: la probable solidaridad humanista y la necesidad de un golpe publicitario a escala mundial, lo cuál, al menos para ellos, dio resultado.
“Live Aid” no solamente consolidó carreras mediocres como Duran Duran y Hall & Oates, entre algunos otros nuevos de la época, sino que también reforzó carreras prometedoras como la de Madonna y The Pretenders, una totalmente promovida con toda la parafernalia discográfica y los otros salidos del frente callejero del suavizado Punk doblegado por el sistema tras la muerte de Sid Vicious (el peor de los Sex Pistols) siete años atrás, en 1978. Dicho evento también revivió a Led Zeppelin y The Who quienes ya hacía tiempo se habían convertido en objeto de culto nostálgico siendo portavoces de rebeldía social y glamour clasemediero encabezando el movimiento pacifista de su época al final de los años sesenta, aunque ambos casos fueron una cruda revelación de decadencia siendo considerados como “La peor actuación de Led Zeppelin” y “Una mediocre actuación de The Who” y, aunque ambos grupos son favoritos de quien esto escribe, resultan terriblemente ciertos tales juicios. Eric Clapton y Carlos Santana podrían ser los menos cuestionables en virtud a sus impecables actuaciones, no así penosos ejemplos de hipocresía funcional por parte de Mick Jagger y Tina Turner. El primero alguna vez bandera del inconformismo social y la segunda considerada un ejemplo de lucha personal. Ambos dieron en Live Aid el número más superfluo y comercial del concierto multitudinario.
La banda Queen, liderada por el vocalista Freddie Mercury, fue tal vez la grieta que resaltó el punto de quiebre y sacó a la luz la demasiado manipulada actividad administrativa del concierto, dado que su baterista, Roger Taylor (famoso por su poca paciencia y mal carácter), protestaba a cada momento de las malas condiciones en las que Queen estaba siendo alojado y presentado. La actitud de Taylor lo confrontó con el resto del grupo en un momento de nervios antes de salir a actuar y, a pesar de lo magnífico que Jim Beach, manager de Queen, y Graham King; hicieron pensar a la gente con la biopic “Bohemian Rhapsody” (2018), la realidad era otra. Queen acababa de terminar una gira mundial en la que sus miembros se tiraban de la greña tiro por viaje por cualquier provocación (la confrontación que en la película casi termina a golpes entre Roger Taylor y Freddie Mercury fue en realidad, según su biógrafo Mark Blake, entre Brian May y el vocalista) y no se sentían en forma para un concierto de tales proporciones al lado de artistas a los que casi les doblaban la edad.
Fue la boca suelta de Bob Geldof la que terminó de convencerlos cuando le espetó por teléfono al mánager del grupo, Jim Beach, que: “Dile a esa maricona miedosa que se perderá del mejor evento de toda su puta vida!”. Queen aceptó presentarse con sus reservas pero la actitud reinante en los preparativos fue más tensa de lo que la historia hace creer. Para el gusto del propio Freddie (que tampoco se destacaba por su sutileza al expresarse), Phil Collins era “un advenedizo que quería un trozo de pastel” mientras consideraba que The Who y Led Zeppelin eran “unas ancianitas que sacaron de su sillón frente a la chimenea y les dieron oportunidad de volver a actuar para recordar sus buenos tiempos”. A pesar de lo agrio que resulta el criterio de Freddie Mercury al respecto, no le faltaba razón en el sentido de popularidad. Ciertamente personajes como Jimmy Page y Robert Plant se habían distanciado radicalmente tanto musical como personalmente llevando cada uno carreras solistas de diferente orientación y Pete Townshend coqueteaba con la modalidad Pop del momento haciendo en el escenario muy notoria su animadversión por el baterista Kenney Jones, quien había reemplazado al fallecido Keith Moon también algunos años atrás, en 1978, y fue el responsable de la ruptura del grupo en 1982. Realidad dolorosa era que tanto Zeppelin como The Who resultaban más un honor de museo musical que un show del momento.
Pero Mercury no reveló, tal vez porque no lo consideraba tan personal, el hecho de que los propios Rolling Stones tenían una de sus peores épocas como grupo y aceptaron actuar por separado por diferentes razones. Keith Richards y Ron Wood por un lado junto al repetitivo Bob Dylan hacían tributo acústico a la verdadera causa, hecho que el envidioso Lou Reed no cesaba de llamar: “Indignidad de tres pésimos músicos”, mientras Mick Jagger sacaba su mejor perfil de celebridad ante los reflectores explotando la antaño imagen de rebelde que lo había hecho famoso años atrás siendo incluso el Anti-Héroe del drama que, en 1969, había derivado en la trágica muerte de Brian Jones en su piscina. Para el gusto de muchos Fans Stonianos, el Mick Jagger violento y contestatario de “Gimme Shelter”, había vendido su alma al dólar y al sistema mostrando su mejor cara digna de “Cosmopolitan” y figura de la música Disco. Nada qué ver con el temor de aquellas madres que leyeron alguna vez aquello de “Dejaría que su hija saliera con un Rolling Stone”. Tan lejano de la figura que había puesto a temblar a los mismísimos Beatles años atrás.
Y hablando de The Who. Pocos saben que para Pete Townshend, guitarrista y líder, aquello hacía mucho que no funcionaba y aceptaron porque Geldof casi le rogó de rodillas, algo que el propio Townshend lo rebelaría años después. Circunstancialmente, la idea de reunir a The Who fue parte de las discusiones de quien había sido su mánager (y hoy en día lo es nuevamente), Bill Cursbishley, con Roger Daltrey y Pete Townshend quienes ya no tenían deseos de volver a actuar juntos dado que ambos comenzaban a gozar de los beneficios de sus respectivas carreras solistas; pero el bajista John Entwistle y el baterista Kenney Jones no corrían con la misma suerte y obviamente necesitaban resucitar musicalmente en un momento difícil puesto que ambos estaban enfrentando la bancarrota. Desde luego que “Live Aid” no representaba ganancia alguna, de hecho era un evento benéfico, pero la publicidad derivada prometía colocar de nuevo a Entwistle y a Jones en la escena. Lo cierto es que a The Who les sucedió lo que sarcásticamente le atribuiye el guionista de “Bohemian Rhapsody” al personaje de Brian May (Gwilym Lee) “Quiénes son estos dinosaurios?”, comentario que, de acuerdo a Jim Beach, fue dicho por el arrogante Phil Collins, medio en broma y medio en serio, al que Roger Daltrey, vocalista de The Who, estuvo a punto de responder a puñetazos. No es de extrañar que posteriormente The Who y Phil Collins rechazaron actuar juntos.
Elton John no fue mejor. El pianista también aprovechó el exhibidor musical y sacó bastante provecho pero posteriormente manifestó que “Live Aid” no había sido el mejor momento de su carrera, lo cual es cierto y, en contraste con Eric Clapton, tuvo que pagar el costo mediático que encasilló su carrera con el evento por mucho tiempo. Al final, los únicos realmente beneficiados fueron los artistas “Del Momento” a quienes la presencia de los legendarios les levantó la popularidad más que a los propios legendarios. Por dentro, Live Aid estuvo muy lejos de ser la gran fraternidad que aparentaba entre rivalidades personales y ciertas discriminaciones de algunas Divas que prohibían a otros inexpertos en el negocio acercarse siquiera de lejos al área donde se encontraran protegidos por más elementos de seguridad que el propio Presidente de los Estados Unidos en aquel momento. Detalle que Geldof y su equipo omitieron muy convenientemente.
Pero los problemas de Geldof apenas comenzaban. Los impuestos en Reino Unido y Estados Unidos tienen reglas inquebrantables y muy vigiladas en cuanto a la política de su recaudación y en ambos países es posible deducir si la captación de fondos de un evento o empresa se enfoca a la Beneficencia y el fisco, de ambos gobiernos, tuvo que revisar minuciosamente la naturaleza y ejecución del “Live Aid” para asegurarse de que el evento realmente fuera de naturaleza benéfica y, para ello, hubo ONGs que tuvieron que asistir la revisión de ganancias y gastos del evento y atender el destino final de los beneficios. Como se mencionó al principio, esto no sucedió en buenos términos ya que Mengistu Haile Mariam, entonces dictador en Etiopía, y como se mencionó también al principio, desvió el dinero recaudado para movilizar etnias para él indeseables al sur del país y concentrarlas en reservaciones y, paralelamente para quedarse con parte del dinero. Lo que se entregó en especie, alimentos, se perdió ya que, por el desvío de fondos, no hubo manera de distribuirlo. Geldof y sus asociados intentaron mantener este asunto lejos del escrutinio pero el periodista Robert Keating dio un resorterazo de proporciones dantescas al publicar en julio de 1986, en la revista Spin, su artículo “Live Aid: The Terrible Truth” (Live Aid: La Terrible Verdad) que reveló el podrido resultado financiero y político de las ganancias del Live Aid. Evento que, para ese momento, tenía circulando en el mundo libros documentales, colecciones fotográficas, un set de discos compactos y otro más de películas en formato VHS recaudando aún más dinero del que no se puede asegurar que haya sido destinado a la causa contra la hambruna o al beneficio por retribución simbólica, de los artistas implicados.
El evento tuvo una réplica con el “Live 8”, veinte años después, contando con el regreso un poco más digno de The Who (irónicamente sin John Entwistle, fallecido en 2002) y la reunión de la alineación original de Pink Floyd, entre muchos otros, pero con una finalidad diametralmente opuesta a la de su inspirador “Live Aid”. En este caso, las ganancias sí implicaron impuestos, gastos y pagos al personal técnico representando una impresionante inversión por parte de sus patrocinadores, aunque desde luego los resultados fueron legal y fiscalmente mucho más claros y justificados.
Hoy mucha gente nostálgica de entre 55 a 65 años expone al “Live Aid” como el mejor par de
conciertos de todos los tiempos aunque en realidad hubo anteriormente algunos aún mejores pero menos mercantiles, tal es el caso de “Monterey International Pop Festival” en 1967 y “Woodstock” en 1969. El primero un tanto elitista alojando a la crema y nata de la sociedad californiana en un evento rebelde en actitud y vanguardista en cuanto a moda pero cuya esencia era el movimiento pacifista de las flores y abrió la puerta a la cultura existencialista que derivó en el segundo concierto mencionado. Después vendrían algunas copias como la envidiosa respuesta de Mick Jagger con su concierto en Hyde Park, disfrazado como un Tributo al guitarrista Brian Jones (que había fallecido un mes antes del evento) y el tristemente célebre concierto de “Altamont” en el que su equipo de seguridad fue una pandilla, Hell’s Angels, quienes asesinaron al fan Meredith Hunter justo en las narices de los Rolling Stones mientras actuaban. El pretexto del crimen fue: “El sujeto se acercó al escenario con una pistola”. El arma en cuestión era un revolver de juguete, según reportó la policía meses después. El punto es que “Live Aid” está lejos de ser un “Evento Rockero” a pesar de los nombres que lo componían.
conciertos de todos los tiempos aunque en realidad hubo anteriormente algunos aún mejores pero menos mercantiles, tal es el caso de “Monterey International Pop Festival” en 1967 y “Woodstock” en 1969. El primero un tanto elitista alojando a la crema y nata de la sociedad californiana en un evento rebelde en actitud y vanguardista en cuanto a moda pero cuya esencia era el movimiento pacifista de las flores y abrió la puerta a la cultura existencialista que derivó en el segundo concierto mencionado. Después vendrían algunas copias como la envidiosa respuesta de Mick Jagger con su concierto en Hyde Park, disfrazado como un Tributo al guitarrista Brian Jones (que había fallecido un mes antes del evento) y el tristemente célebre concierto de “Altamont” en el que su equipo de seguridad fue una pandilla, Hell’s Angels, quienes asesinaron al fan Meredith Hunter justo en las narices de los Rolling Stones mientras actuaban. El pretexto del crimen fue: “El sujeto se acercó al escenario con una pistola”. El arma en cuestión era un revolver de juguete, según reportó la policía meses después. El punto es que “Live Aid” está lejos de ser un “Evento Rockero” a pesar de los nombres que lo componían.
La gente que aún rinde culto al “Live Aid” poca relación debieron tener en su momento con el Rock como cultura porque de hecho el verdadero Rock, para esos días, había terminado de cavar su tumba tras la muerte trágica del Ex-Beatle John Lennon, asesinado a balazos cinco años antes del evento. El movimiento del Rock, como tal, había ocupado los escenarios una década antes con mejores conciertos de Queen, Led Zeppelin, The Who y The Rolling Stones en los que esas bandas habían sido los monarcas de la música batiendo al propio Elvis Presley y al mismísimo Frank Sinatra en audiencia y herencia cultural y musical. Desde el momento en que Jimi Hendrix y The Who volaron en pedazos las dulces mieles y el ineficaz romanticismo de The Beatles en Monterey Pop en 1967, hasta la última gira de Eagles promoviendo su álbum “The Long Run” en 1980, el movimiento Rock tuvo figuras ilustres como los progresivos Yes y Genesis compitiendo con imponentes colosos como Uriah Heep, Deep Purple, Pink Floyd, Rush, Black Sabbath (con mejores cosas), UFO, Supertramp, America, y muchos otros que habrían sacado a todos los artistas nuevos del Live Aid de su propio escenario con calidad holgadamente superior. Dejando a Eric Clapton y Carlos Santana el venerado estatus de haber sido los únicos dignos en el Live Aid, cabe señalar.
Hoy, poca gente de menos de 50 años podría diferenciar o descubrir si Live Aid fue realmente el “Súper Gran Evento de Todos los tiempos” porque hoy poca gente sabe de buen Rock y lo que el Rock como cultura implica. Pocos querrían creer que Live Aid fue un fraude histórico.
Es Cuanto
Messy Blues